El grupo de voluntarios irlandeses reúne características especiales. En comparación con el resto de grupos de habla inglesa eran pocos en número y no consiguieron peso específico debido a la dispersión en varias unidades. Para distinguirlos de otros voluntarios hemos utilizado la denominación "Columna Connolly" pero, en realidad, esta expresión fue una invención de Michael O´Riordan con la publicación en 1979 de su libro, The Connolly Column. Parece lógico pensar que la dispersión del grupo en unidades diferentes no favoreció la cohesión e impidió la formación de un conjunto compacto.
El gobierno irlandés también adoptó muy pronto el compromiso de neutralidad en el conflicto español, prohibiendo la venta de armas a cualquiera de los ejércitos involucrados. Ya en agosto de 1936 la Oficina de Información había declarado la posición neutral de Dublín, y mostraba su profunda preocupación por el conflicto. El partido laboralista irlandés prohibió a sus miembros que se alistaran y llegó a considerar a los que así lo hacían como enemigos de la clase trabajadora. La cúpula del IRA haría lo propio con los suyos. El 24 de febrero de 1937 se aprobó en el Parlamento por 77 votos a favor y 50 en contra "The spanish Civil War (Non-intervention) Bill" que castigaba con una multa de hasta 500 libras o con la pena de dos años de cárcel a cualquier ciudadano irlandés que participase en la guerra. Ya en 1936 varios gobiernos locales habían apoyado la propuesta denominada "Clommel Resolution" para que el gobierno del Fianna Fail rompiese relaciones diplomáticas con el gobierno de la República. No obstante, la prohibición de febrero de 1937 llegaba demasiado tarde pues la mayor parte de los voluntarios estaban ya en nuestro país. El gobierno no supo o no pudo impedir que un contíngente aproximado de 170 hombres llegara a España a luchar en el ejército repúblicano y otro muy superior de alrededor de 700 se alistara para luchar en el ejército nacional con el nombre de "Brigada O´Duffy". El apelativo le viene del General Eoin O´Duffy, conocido por sus veleidades fascistas y sus fuertes convicciones religiosas y anticomunistas.
El gobierno irlandés también adoptó muy pronto el compromiso de neutralidad en el conflicto español, prohibiendo la venta de armas a cualquiera de los ejércitos involucrados. Ya en agosto de 1936 la Oficina de Información había declarado la posición neutral de Dublín, y mostraba su profunda preocupación por el conflicto. El partido laboralista irlandés prohibió a sus miembros que se alistaran y llegó a considerar a los que así lo hacían como enemigos de la clase trabajadora. La cúpula del IRA haría lo propio con los suyos. El 24 de febrero de 1937 se aprobó en el Parlamento por 77 votos a favor y 50 en contra "The spanish Civil War (Non-intervention) Bill" que castigaba con una multa de hasta 500 libras o con la pena de dos años de cárcel a cualquier ciudadano irlandés que participase en la guerra. Ya en 1936 varios gobiernos locales habían apoyado la propuesta denominada "Clommel Resolution" para que el gobierno del Fianna Fail rompiese relaciones diplomáticas con el gobierno de la República. No obstante, la prohibición de febrero de 1937 llegaba demasiado tarde pues la mayor parte de los voluntarios estaban ya en nuestro país. El gobierno no supo o no pudo impedir que un contíngente aproximado de 170 hombres llegara a España a luchar en el ejército repúblicano y otro muy superior de alrededor de 700 se alistara para luchar en el ejército nacional con el nombre de "Brigada O´Duffy". El apelativo le viene del General Eoin O´Duffy, conocido por sus veleidades fascistas y sus fuertes convicciones religiosas y anticomunistas.
Si las cifras en otros países son difíciles de fijar, en el caso de Irlanda el tema es aún más complejo. Buchanan cifra el número en 104 (75 provenientes de la República del Sur y 29 de Irlanda del Norte). Baxell cree que su número rondaría los 150 pero ninguno incluye a los que vivían en Inglaterra y tenían doble nacionalidad. Varios de los voluntarios que figuran en los listados británicos son en realidad irlandeses que parten hacia España desde Londres o Liverpool reclutados por comités locales. La cifra de 205 + 2 (Tommy Patton, miliciano y Jack White, del POUM) que apunta Robert Stradling nos parece bastante aproximada. Es también él quien se a una carta de Frank Ryan escrita escrita el 14 de diciembre de 1936 en la que se dice que desde Belfast llegaron 50 y 60 desde Liverpool (148) pero también mensiona otra pequeña expedición que salió de Rosslare (138). Fearghal McGarry menciona la cifra de 178 y además habla de otros 12 irlandesas (cuatro como soldados) que participaron en unidades como la Thaelmann "Basque Forces", POUM o la "Anarchist Militia". Si incluimos a otros, la mayor parte emigrados, exilados o nacidos ya en Estados Unidos, Canadá o Australia pero de padres irlandeses, la cifra ya se eleva a 240. Generalmente los encontramos dentro del Batallón Lincoln o en el Mackenzie-Papineau.
La situación en Irlanda, a la hora de reclutar voluntarios, era si cabe más complicada que en otros países de habla inglesa. La inestabilidad política derivada de su reciente guerra civil, la eliminación de la figura carismática de Michael Collins, la debilidad de los grupos más progresistas, la ilegalización en 1936 del IRA y el control del poder por parte de los grupos conservadores avalados por la iglesia creaba polos heterogéneos y contrapuestos de intereses y de hecho restaba interés popular ante el conflicto. La crisis interna por la que atravesaba el país era demasiado grave como para detraer energía con compromisos externos. De hecho, en las elecciones de julio de 1937, los grandes problemas de la campaña no eran de tipo internacional (ni siquiera la guerra expañola fue objeto de la atención preferente) sino que se limitaban a asuntos domésticos. Para los más comprometidos con las causas nobles, no obstante, aquella lucha, lo mismo que había ocurrido con la Revolución Francesa, significaba una referencia de ideales, justicia y solidaridad; para otros muchos una cruzada en contra de un comunismo sin dios. Por un lado estaban los grupos de irlandeses con una ideología política de izquierdas que simpatizaban con los republicanos, por otro los grupos de derechas que, apoyados por la jerarquía eclesiástica, presumían de estar en posesión de la verdad al tomar partido por la causa nacionalista. La iglesia católica, desde los púlpitos más remotos, adoptó una postura contundente en España no se estaba librando una guerra de intereses políticos, económicos e ideológicos sino más bien una lucha entre el bien y el mal y Franco era el adalid providencial que aplastaría al bolchevismo ateo. Así las cosas, era realmente difícil generar conciencia de clase y solidaridad, el mensaje del clero calaba incluso entre los más ideologizados: primero eran irlandeses, después católicos y por último, sólo en grupos muy minoritarios, marxistas. Curiosamente, dentro de los sindicatos, había división de opiniones e incluso dentro de un mismo sindicato , el ATGWU (Sindicato General del Transporte), debido a las presiones del clero, no se logró una postura de consenso. El CPI (Partido Comunista Irlandés), El NILP (Partido Laborista del Norte de Irlanda) y la organización denominada "Republican Congress", formada por militantes o simpatizantes del IRA, eran los principales valedores de la República y los que más se preocuparon de conseguir ayuda y soldados que vinieran a España a luchar con los leales.
Pero pronto les saldría un competidor que se dedicaría a reclutar voluntarios con mucho más éxito, para luchar al lado de los nacionales. Se trataba del General Eoin O´Duffy. El cardenal MacRory le daría la bendición cuando en septiembre de 1936 hizo saber a todo aquel que quiso escucharle que la guerra de España debía ser entendida como una cruzada para defender una tierra cristiana y católica en contra del anticristo. Algún periódico como The Worker (anteriormente Irish Worker´s Voice y más tarde Irish Democrat y Worker´s Republic), órgano del partido comunista, se hizo extenso eco de las distintas posiciones. Paralelamente a la propaganda impresa se formaron comités de ayuda como el "Irish Foof Ship for Spain Commitee" para enviar a España comida, medicinas y material médico de primeros auxilios. Más exito incluso tuvo el "Irish Christian Front" que recaudó la impresionante cifra de 43.000 libras para ayudar a los católicos del bando nacional. En el mes de marzo de 1937 se aprobaría una nueva ley ("The Merchant Shipping Bull") por la que se impedía a los barcos mercantes irlandeses transportar material a cualquiera de los dos bandos en España.
La situación en Irlanda, a la hora de reclutar voluntarios, era si cabe más complicada que en otros países de habla inglesa. La inestabilidad política derivada de su reciente guerra civil, la eliminación de la figura carismática de Michael Collins, la debilidad de los grupos más progresistas, la ilegalización en 1936 del IRA y el control del poder por parte de los grupos conservadores avalados por la iglesia creaba polos heterogéneos y contrapuestos de intereses y de hecho restaba interés popular ante el conflicto. La crisis interna por la que atravesaba el país era demasiado grave como para detraer energía con compromisos externos. De hecho, en las elecciones de julio de 1937, los grandes problemas de la campaña no eran de tipo internacional (ni siquiera la guerra expañola fue objeto de la atención preferente) sino que se limitaban a asuntos domésticos. Para los más comprometidos con las causas nobles, no obstante, aquella lucha, lo mismo que había ocurrido con la Revolución Francesa, significaba una referencia de ideales, justicia y solidaridad; para otros muchos una cruzada en contra de un comunismo sin dios. Por un lado estaban los grupos de irlandeses con una ideología política de izquierdas que simpatizaban con los republicanos, por otro los grupos de derechas que, apoyados por la jerarquía eclesiástica, presumían de estar en posesión de la verdad al tomar partido por la causa nacionalista. La iglesia católica, desde los púlpitos más remotos, adoptó una postura contundente en España no se estaba librando una guerra de intereses políticos, económicos e ideológicos sino más bien una lucha entre el bien y el mal y Franco era el adalid providencial que aplastaría al bolchevismo ateo. Así las cosas, era realmente difícil generar conciencia de clase y solidaridad, el mensaje del clero calaba incluso entre los más ideologizados: primero eran irlandeses, después católicos y por último, sólo en grupos muy minoritarios, marxistas. Curiosamente, dentro de los sindicatos, había división de opiniones e incluso dentro de un mismo sindicato , el ATGWU (Sindicato General del Transporte), debido a las presiones del clero, no se logró una postura de consenso. El CPI (Partido Comunista Irlandés), El NILP (Partido Laborista del Norte de Irlanda) y la organización denominada "Republican Congress", formada por militantes o simpatizantes del IRA, eran los principales valedores de la República y los que más se preocuparon de conseguir ayuda y soldados que vinieran a España a luchar con los leales.
Pero pronto les saldría un competidor que se dedicaría a reclutar voluntarios con mucho más éxito, para luchar al lado de los nacionales. Se trataba del General Eoin O´Duffy. El cardenal MacRory le daría la bendición cuando en septiembre de 1936 hizo saber a todo aquel que quiso escucharle que la guerra de España debía ser entendida como una cruzada para defender una tierra cristiana y católica en contra del anticristo. Algún periódico como The Worker (anteriormente Irish Worker´s Voice y más tarde Irish Democrat y Worker´s Republic), órgano del partido comunista, se hizo extenso eco de las distintas posiciones. Paralelamente a la propaganda impresa se formaron comités de ayuda como el "Irish Foof Ship for Spain Commitee" para enviar a España comida, medicinas y material médico de primeros auxilios. Más exito incluso tuvo el "Irish Christian Front" que recaudó la impresionante cifra de 43.000 libras para ayudar a los católicos del bando nacional. En el mes de marzo de 1937 se aprobaría una nueva ley ("The Merchant Shipping Bull") por la que se impedía a los barcos mercantes irlandeses transportar material a cualquiera de los dos bandos en España.
Dentro de este contexto de enfrentamiento entre opciones rivales se produjo el reclutamiento de los internacionales. Según O´Riordan sería el partido comunista irlandés (CPI) el que tomó la responsabilidad de formar un grupo de Brigadistas en septiembre de 1936, siendo Bill Gannon el responsable de alistar el primer contingente. Pero no todos eran comunistas ya que el partido en Irlanda estaba conformado todavía por una militancia muy reducida. Había militantes, simpatizantes, obreros (los no cualificados rondaban el 60%), parados, católicos, judíos, nacionalistas, protestantes y unionistas del norte. La mayoría procedían de Dublín, Cork, Waterford y Belfast. También se encontraban militantes del "Republican Congress" y miembros del IRA recientemente ilegalizados. Según algunas fuentes, dentro de este grupo se consiguió un número aproximado de 300 voluntarios dispuestos a viajar pero una orden de la dirección prohibiéndoles alistarse rebajó drásticamente la cifra definitiva que se embarcó.
Se trataba, por tanto, de un grupo muy heterogéneo pero con una idea común. Según ellos, venían a luchar en contra del facismo en solidaridad con los trabajadores españoles. En el fondo, la misma razón que esgrimían los voluntarios americanos, canadienses o británicos. Pero los irlandeses solían añadir otra más: querían servir como contrapeso a la ayuda que el batallón O´Duffy estaba prestando al otro lado al general Franco. En su opinión, los voluntarios de O´Duffy estaban manchando el nombre de Irlanda. Fue así como el primer contingente numeroso de unos 80 voluntarios salió de Dublín el día 11 de diciembre de 1936 dirección a España, bajo el liderazgo de Frank Ryan que más tarde, tras el largo cautiverio en la cárcel y su entrega a los nazis, se convertiría en una leyenda.
Él mismo había escrito en The Worker el 9 de diciembre de 1936 que la única motivación del grupo al viajar a España era la de solidarizarse con los trabajadores y campesinos españoles en su batalla por la libertad y contra el fascismo. No fueron los únicos. Algunos, la mayor parte miembros o simpatizantes del partido comunista, habían llegado ya a través de París (vía Londres) utilizando los mismos recursos que los británicos y otros lo harían más tarde. Sacaban un billete de ida y vuelta hacia Francia y luego se personaban en las oficinas del partido en París donde les facilitaban billetes, dinero y contactos para llegar hasta Albacete.
Él mismo había escrito en The Worker el 9 de diciembre de 1936 que la única motivación del grupo al viajar a España era la de solidarizarse con los trabajadores y campesinos españoles en su batalla por la libertad y contra el fascismo. No fueron los únicos. Algunos, la mayor parte miembros o simpatizantes del partido comunista, habían llegado ya a través de París (vía Londres) utilizando los mismos recursos que los británicos y otros lo harían más tarde. Sacaban un billete de ida y vuelta hacia Francia y luego se personaban en las oficinas del partido en París donde les facilitaban billetes, dinero y contactos para llegar hasta Albacete.
De ahí, que los primeros voluntarios irlandeses hubieran llegado ya en el mes de septiembre y conformaron una pequeña unidad que luchó con el XVI Batallón bajo las órdenes de "Kit" Conway que moriría poco después en Jarama el 12 de febrero de 1937. Otro grupo compuesto por los irlandeses exilados o nacidos en Norteamérica se unirían al batallón Lincoln comandados por Eddie O´Flaherty. Algunos miembros de este grupo que se habían sentido incómodos sirviendo a las órdenes de George Nathan, un antiguo oficial de los "Black & Tans", e irritados, porque el Daily Worker británico había silenciado los nombres de algunos de los primeros caídos irlandeses (entre ellos Henry Bonar, Willian Barry, Leo Green, Frank Conroy, Tommy Patten o Tony Fox) prefirieron alistarse en el Batallón Lincoln donde había ya bastantes combatientes americanos de origen irlandés.
Es cierto que no fueron mucho en número pero alcanzaron un protagonismo considerable. Tuvieron una presencia todavía escasa en los tempranos frentes de Madrid (Boadilla, Villanueva, etc...) y en Lopera pero en Jarama se significaron y Brunete y en el frente del Ebro hasta sus útlimos escarceos en septiembre de 1938. El número de muertos en porcentaje es algo superior al de otras nacionalidades ya que de los 174 que nosotros tenemos localizados como "Exclusivamente irlandeses" murieron 51, lo que suponer alrededor del 30%. En el monumento de Dublín figuran inscritos 60 nombres. O´Riordan contabiliza 73 incluyendo aquéllos con doble nacionalidad. R. Stradling tiene localizadas 59 bajas.
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Irelands and the spanish war
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Fuente: Los Brigadistas y la guerra civil española (Editorial Ambos Mundos)