jueves, 1 de agosto de 2013






ANTONIO AMIGO SANCHEZ




Antonio es el mayor de una familia compuesta por cinco hermanos, dos varones y tres mujeres, que se dedica a las faenas del campo y a otras labores de corte clandestino propias del entorno y del momento, como era el contrabando de café que se llevaba desde Portugal hasta la cuenca minera. Con la llegada de la Segunda República salieron con fuerza las distintas organizaciones políticas y sindicales de izquierda: republicanas, socialistas, anarquistas, etc., que logran adherir no sólo a la población trabajadora, sino, también, a sectores empresariales y profesionales liberales que no se oponían a las mejoras de las condiciones de vida y salariales de los obreros.





                            

En este sentido, Cortegana destaca por su filiación izquierdista, dotándose de ayuntamientos progresistas que emprenden una serie de reformas durante la etapa republicana. Como era la norma, la irreverencia política mostrada por el pueblo corteganés, como tantos otros de la Sierra de Huelva, no podía ser tolerada por parte de los “señores del orden” que hicieron posible el golpe de estado de julio de 1936.
Por ello se planifica un plan de terror selectivo contra “los rojos” que incluye las humillaciones públicas contra las mujeres, las torturas, los expolios y el asesinato masivo tal como describe el historiador Francisco Espinosa en su libro La guerra civil en Huelva (Diputación de Huelva, 2005).
Antonio Amigo, un joven izquierdista que tenía una hija de pocos meses logra huir hacia Madrid por Extremadura, todavía en zona republicana. Su familia sufre saqueos continuos durante los primeros meses de contienda. Su padre muere enfermo y su hermano José es obligado a alistarse en el ejército sublevado para combatir en los frentes de Extremadura y de Madrid donde cae herido para morir, meses después, en 1939, en su propia casa.

Antonio Amigo huye a Francia y, al parecer, logra asentarse en Burdeos donde consigue trabajar y puede mandar dinero a su familia conformada exclusivamente por mujeres (madre, dos hermanas, mujer e hija) señaladas con el estigma de “rojas”. Hay un momento en que el contacto desaparece. Pocos años más tarde, sobre 1945, un compañero de Antonio les lleva sus pertenencias de Burdeos pero no deja claro cuál ha sido el desenlace final. Por los documentos se sabe que Antonio fue apresado por los alemanes en 1944, una fecha tardía, por lo que seguramente estaba incorporado en la resistencia contra los nazis. El 21 de mayo sale en transporte desde el campo de Compiégne al norte de París para llegar el día 24 del mismo mes al campo de concentración nazi de Neuengamme, cerca de Hamburgo con el número de matrícula 30290. Ahí se le pierde la pista definitivamente estando su destino último sujeto a múltiples conjeturas: es posible que acabara sus días en el mismo campo; o que fuera trasladado, como era habitual entre los deportados españoles, a otros campos; o, más improbable, que pereciera en alguno de los cuatro barcos atestados con más de 8.000 deportados que hundió el 3 de mayo la aviación británica en la bahía de Lübeck.
Los prisioneros, mayoritariamente rusos y polacos, aunque también franceses y de otras nacionalidades, procedían todos de Neuengamme, embarcaron los últimos días de abril y poco después de hacerse a la mar hacia un destino incierto fueron bombardeados y hundidos. La mayoría de los deportados murieron ahogados o ametrallados por los SS cuando intentaban huir desesperadamente. En todo caso, no hay una documentación oficial ni testimonio alguno que certifique la muerte de Antonio Amigo, por lo que pasa a nutrir la extensa lista de desaparecidos andaluces por causa de los fascismos español y europeos.

autor/a:  Ángel del Río Sánchez